Mano de Dios en hombro,
umbral que acoge el dolor,
sostén de gracia la dicha
y transcurso en el estoy.
Silencio y brisa colmando
siendo agerasia en barranca
luciérnaga en cerrazón
y juventud recordando.
Valor sin costo ni saldo
entre brillo de hermandad
cuando la sombra ilumina
de paso la inmensidad.
Piélago carente de ausencia
sin escarnio tormentoso
donde el abismo sosiega
el agravecido sollozo.
Sol que somete al esplín
en la fecunda variable
que el abrazo dictamina
con el rocío de un siempre,
enarbolando en bandera
la causa que nos contiene.
La mesa de la palabra
se hace trigo remansando
pan en fiesta del trillar
sobre gladiolos cantando
reverdeciendo verdad
por cada copa manando.
Aunque el vendaval suceda
y el tiempo dicte su copla,
amigo es zaino mañero
relinchando en el corral,
fidelidad e inmanencia
pide cancha en el piafar.