Me mandó un conocido,
al famoso cantautor
que andaba medio tristón
aflojado de manija
con la parca en la rendija
de su mirada extraviada
algo de pango y tristeza
de condición embretado,
buena familia y aviao
con barullo de entereza.
Que no haiga naide, me dijo
no quiero que alguno viche
cuando llegue p’al espiche
dado que me junan muchos
y usted sabe que’l serrucho
degüella siempre a la fama.
En baca lo programamos,
un martes vio nuestra diestra
juntarse como una muestra
y en esa tarde amistamos.
No es de paisano ladrar
lo que se dijo en mi rancho
pues solo es de carancho
entrar en el gallinero
para comerse lo ajeno
y en su vuelo saborearlo.
Cuando el galope del tiempo
nos devuelve algún amigo
el vino se hace testigo
y la razón alimento.
Pero siempre hay algo raro
sin que uno lo comprienda
cuando la testa calienta
pa’ pedir una gauchada
la puerta es solo la rienda
del que ha dado por boliarse.
Y mi verso se ha quedado
sin voz ni compositor,
el ricuerdo no es motor
que sacuda al olvidado.
Con tanto sol argentino
su noche no tiene luna,
habrase oído ¡aijuna!
al ñudo tantas excusas
del que se cree que abusas
de su ídolo prestado,
andá a SADAIC, te digo
sin pensar en el momento
cuando todo fue lamento
y se decía mi amigo.