Cuando deserte la vida de mi cuerpo
y dirima el tiempo su contienda
dando razón al sepia en esa foto
esgrimiendo la fosa de qué somos,
el pájaro vendrá a los yuyales
dónde recala el germen del olvido.
Seré silencio, prodigando ausencia
el mismo que sostiene acantilados,
sumergiendo mis pies en otras vidas
que erosionen la fusión que ha huido
en levante bipolar y en el ocaso,
mientras grita el viento sus confines.
La ciega parte emergerá de pena
desvanecida en sueños sin sentido,
nuevos pasos empolvaran el fuimos
con su verbo de resto devorado,
y una mano extraerá bajo madera
los restos caducados por no pago.