Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

Cuando pienso que estaré desvistiendo tu cuerpo escondido para el mundo, me siento como un adelantado que descubre por vez primera tu cascada agreste...
...y me sorprendo una vez más cuando contemplo el manantial poderoso que se corporiza en tus erguidos pechos, sosteniendo la enhiesta piedra de tus bañados pezones...
...el caudal incontenible de las aguas que transitan tu cintura, se sumergen en el remolino que se fecunda en tu ombligo...
...ondas y más ondas se continúan por tu vientre, como traicioneros rápidos que conducen al mayor salto...
...y es en ese momento donde nada puede detenerse, ni volverse desandando el camino de los arrepentimientos..., ya todo se hace tarde...ni el tiempo de la oración alcanza...solamente entregarse resignado a la garganta del diablo...
La caída irrefrenable...el vértigo por donde llega el abismo enardecido...el abrazo de las cadenas profundas, que impiden el ansiado respiro...movilizan piernas entre ahogos contenidos, mientras el plasma surgente estremece a los instintos...
Pero cuando los canales convulsivos me rescatan de tus arroyos sombríos, volcándome a tus playas, es en el momento en que comprendo que no hay mejor entrega que navegar por tus aguas.