Manantial de nido solitario, tu mirada
la que calla el miedo de tenerlo,
la que oculta tu vergüenza de las nuestras,
la que emana razón cerneando tus reclamos
mientras los viles atestan de promesas.
Ángel de papel periódico que rumia
la ausencia del nutriente voluptuoso;
cuna de testimonios y harapos
que escandaliza la cínica pantalla
cuando el hueso de tu carne se apodera.
Ni siquiera tu rencor sostiene el grito,
ni apenas el dolor es dueño en tu mañana
ni tu cansancio puede volverse hastío
ni la fatiga que busca el sueño te devuelve
la justicia que dispone su interés conforme.
Sepultura de vida anticipada
sin necrológica que descuente tu futuro,
apenas una cruz de madera, tu destino
y un regazo suplicante abandonando
lo que el ladrón hurta en sordo desvarío.