Se entiende por conductismo a la doctrina y el método que buscan el conocimiento y control del hombre, observando el comportamiento y no la conciencia. Será por eso que la realidad que nos toca vivir está atestada de conductistas que, habiendo logrado un sitio de poder, solamente albergan un irresistible estado de represivo adoctrinamiento.
El airón que alcanza a tener relevancia por su esplendor natural, no conoce de aterecer sintomático, sobrándole un columbrón para darse cuenta de toda cenutria actitud.
El dinero está manejando personas y conciencias, llevándolas a sumergirse en un congal carente de estoicismo.
El prohijar hace a la forma de sostener un rating, descartando cualquier rescoldo de originalidad y así obtener la fama o el éxito que vive contaminando al bisoño que no comprende que el fragor de la verdad es más que un mero sofisma.
La decisión perentoria siempre se sostiene por medio de la contumacia y de la estulticia.
Establezcamos a la coprolalia como parte formativa de los medios y entonces desbrozaremos todo resabio cultural, que hoy por hoy no representa nada más que un discorde eufemismo.