El hombre abraza al otro
para darse vida en semejanza,
origen y terneza
concurren a su tiempo
enarbolando en paso la esperanza.
Cuando el hombre a su par abraza
el camino unifica la nobleza,
dando luz entre nutriente,
de anonimia hermanada
al allegamiento de férrea entereza.
Si en abrazo los hombres se entrelazan
el universo abre sus conciencias,
delegando sentido
a la honorable contienda
de eclécticas voces que jamás se alzan.
En caso que el abrazo al otro se negara
cada vacío dirimirá su batalla,
tras un incordio abismo suicidado
en razón de latido huyente,
por la cruenta contumacia del mañana.