Vivir detrás del espejo
mientras el turbión somete su oráculo invertido.
Las espaldas se acercan
suplicando pasado,
en callados testimonios de pasos migratorios.
Vivir detrás del espejo
permite identificar nunca la boca que grita.
Los rostros retornan
amuchando nucas,
escondiendo el gesto de aquel que suplica.
La pared que sostiene el espejo
oculta el área intocable que cubre su espacio.
Distinta a ese resto sucio y desgastado
que lo abarca todo.
Los que habitan detrás del espejo
nos miran siempre volviendo,
lejos de ellos mismos.