Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

Sostenido por su celestial cometa
un árbol talado, protege el pesebre
que en niño desnudo, milagro promete.
La egestad del tronco, se abisma de ruego,
llanto de universo salpicando entero
de iguales mesías, a tantos hogares,
dónde un par de ojos en Dios se deshacen.
La sombra es un canto que ofrece guirnaldas
negadas de cielo; son apenas manto
que cubre el desvelo del llanto pagano,
balando el sosiego de leche y sustento,
racimado estambre que liba el pequeño.
El centro del pino pronto se ilumina,
pastoril albergue, ajeno en su todo,
sólo la orfandad envuelve pañales
dentro de corrales negados de sino.
En cruz y abandono tórnase la vida
y el recién nacido oración se vuelve,
calor de mañana, provenir y muerte,
sin otra elección, que amor y simiente.
Más tarde por clavo, abrirá la mano,
una lanza artera cruzará su pecho,
y otra navidad salvará martirios
negando al buen hombre, razón y derecho.