Lembrando veredas
de aplausos caducos,
el ala apagada desplaza la escena,
y el acorde calla,
visión pentagrama
licuando promesa,
sanción de mañana.
Apostrofando semblanza
y suceso,
el latido acuna
la quietud del pecho
y el cenital emula
sustancia alborada,
ausente de brazos
en trina esperanza.
Renaciendo tiempos
de soledad postergada,
el versátil trastorno
se sabe sublime proscenio eremita.
Venciendo codicia
de instante sublime,
cabalgando voces,
oquedad vigente.
Y el amor que fuera
se instaura latente
devanando ruinas,
conciertos umbríos,
fantasmal recinto
por donde deviene
la ilusión esquiva
de nunca se vuelve.