Y Feliciano floraba la alcoba
con soledad mística
en fumíferos maderos
enarbolando fantasmas.
El resplandor emergía
entre vísceras de almohada
a modo de vislumbre
atada al espejismo
sobre pliegues caducados.
Y Feliciano murmuraba
misturando el espacio
en alófano albor,
presagiando sobre tablas
la oportunidad
de un arpegio sentencioso
en resolana.
El rumor de la razón
amplió el sudoso fragmento
mostrando su inquisición
en oración mancillada
por el deseo fecundo
que se suspira entre llamas.
Y Feliciano calló
agrietado por la enhiesta
suavidad de levantarme
cegando la plenitud
de olvido entre fatiga,
y en vez primera libero
sin redención asistida
al nudípedo yaciente
transmutado en pertenencia.