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Ensayos y política - 05 de Abril de 2007

Fuentealba

Fuentealba
A veinticinco años de la guerra del Atlántico Sur continuamos malvinizados. Torturados por las fuerzas que nos conducen a A veinticinco años de la guerra del Atlántico Sur continuamos malvinizados. Torturados por las fuerzas que nos conducen a la muerte y a la indignidad. La corriente del halcón norteño prolifera testas neoliberales disfrazadas de progresistas obsecuentes al sistema, que perjudica a la mayoría de un pueblo sin posibilidad de futuro. Todos los sectores de trabajadores viven la cruenta incapacidad del poder timocrático, bajo las sombras conducentes de los mismos que participan e intervinieron en actos espurios en perjuicio de sus demandantes. Paros, cortes de ruta, protestas, súplicas por justicia y remuneraciones congruentes, y estafados en su esfuerzo de toda la vida son el testimonio atomizado que reclaman infructuosamente por sus derechos. El territorio argentino ha sido tomado por empresarios extranjeros, nuevos y antiguos latifundistas, inversores de distintos países que han comprado por ínfimas sumas las mejores parcelas productivas. La inseguridad y la represión ganan profusas víctimas, mientras las autoridades gozan distraídas de estupendos negociados. La mentira ha alcanzado a estadísticas e inflación, por medio de la inserción de secuaces que son funcionales al despropósito. En este período eleccionario las bocas se colman de propuestas que jamás se realizarán. Todos forman parte de un todo indiviso proyectado al continuismo incapaz de generar soluciones específicas. El acomodo sectorial, que desmembró al componente laboral, se nutre de la sangre representada para seguir llenando sus arcas inclementes.
Las obras públicas son un amparo de corrupción y especificación deleznable. La egestad se reprime a sí misma. La gendarmería custodia escuelas sin presupuesto. La caza de la hermandad está a la orden del día. Los demonios feudales continúan agobiando, en razón de latrocinio, a quienes gritan sus derechos. La seudo democracia tiene en su haber más de cincuenta asesinados, cientos de torturados y decena de miles de muertos por abandono de persona.

Las hijas de Fuentealba lloran la brutalidad de otro ajusticiamiento. Mientras los “manzanos” esnifan la sangre de una comunidad que clama por el cumplimiento de su carta magna. Seguramente, la infracta aberración prodigará comportamientos demenciales impunes. Como sucediera hace diez años con Teresa Rodríguez, en el mismo patíbulo sentencioso.

Y ellos, abrazarán su perversión mesiánica sin castigo.
Adolfo Vaccaro, escritor argentino | mensajes@adolfovaccaro.com.ar | 2002 - 2024 | Textos disponibles en el sitio: 594