En sufijación declaman los hedores
atestiguando sobre campo y tumba
un mugir propicio de condena,
que en mostrador hambriento
fija irracional contienda.
Otra vez, el encacerolado día
soporta mensajes patoteros
siendo el poder quien divide
derecho y suelo
conforme a proyecto vinculante
por latrocinio que forja
la infamia en el haber
del nada nuestro.
Entre piquetes se sucede
ambición y equidades
donde seguridad y fuerza
es anarquía diagramada
en sillón rivadaviano.
Y el poder relincha
vandalismo de pirámide,
donde fenece otro cabildo
a puertas clausuradas
y en Calafate apropiado
entre diatribas coloniales.
Y el juguete esconde sulfoxismo
bombardeando el gris
de otra tragedia
sobre el Once resignado.
Voces, gritos, raudal líquido
verifican impunes sacrificios,
divisorias que la anoia y la justicia
ciegan principios distraídos
en la sujeta crueldad del continuismo.
La palabra dilapida información
y el secreto abisma los bolsillos
dando dimisorias abrumadas
en testimonios aprendidos
por historias insolubles
que avienen presentes revocados.