Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

La perinola cae siempre a un lado del pie
mostrando su cara de baldosa
musitando moneda.
El hueco se traga en escalera de metal
lo que resta de nosotros;
aislados mecanos sin frontera
buscando destinos de olvido.
Cuando la mente despabila rutina
se puede contemplar
aquella mano alquilada
que todo lo pide o vende
despojada de futuro
sosteniendo su voz recitada,
sumiendo la indiferencia del entorno.
Maquinaria feroz trepanando vacío,
hasta la estación que cambia el curso de huellas
atropelladas de silencio,
repetida madeja de ajustado hartazgo.
En hipnótica muestra el cartel luminoso
nos vuelve mirada,
abstracta secuencia sin tiempo,
extractor urgente de pensamiento vago
habitando el chirrido de la piel.
De repente,
el segundero cae al esférico espacio
y la grieta es instante irreversible,
un compromiso que protege su desgano
y esa resignación sin sueños ni misterio.