Me perdí entre tu vientre
y tus dedos buscaron mis oídos
y cuando me hallaron,
no bastó la intención de sujetarlos, no
se adentraron presurosos en mis pensamientos.
Y mientras tus vísceras estallaban
De placer y ansia,
Tus manos sedientas de amparo
Encontraron en mi mente
Un lugar apartado de rencores,
Un sitio perpetuo de silencio.
Sentimos la evasión del sexo
En cada gota hirviente
Buscando la desintegración del cuerpo,
Pero tus manos aferradas a mi mente
Transpusieron los campos del recuerdo.
Y entonces fue
Que tus uñas sangrantes atraparon
Lo que jamás lograron tus deseos.