Todo verbo se conjuga singular y en primera persona,
escondiendo convenido el motivo del poseo.
Es cuando las sombras de la noche se nutren de cartones
y la indolencia se acrecienta construyéndose entre rejas.
El marfil azota su inmoral engaño,
en la calleja
y de nutria o visón se inmola la arrogancia,
que se aleja,
y en conjuros vanos de fontana,
mi guitarra
va cobijando su cantar de cuerdas inmoladas.
Inmutativo sueño que perdura en mis deshoras
repatriando personajes de existencia secuenciada
y que en veraz visión acude sin reparos
sucediendo a la razón de inconsciencia trashumada.
El poema arrecia su vendaval renuente,
en la recova
y en sujeción de hambre se aviene el alba,
que se eleva,
y sobre el escalón que acolchona
el desamparo
se cuenta la inversión que miente la palabra.