Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

En la inconsciente veleidad existencial, las sombras rondan hangares de despojo, sin anunciar tiempo de sosiego ni revancha ajustándose al despido. Y volverá a culminar la razón de haber sido el trayecto de otras muertes, unificados al renacer de un nuevo dédalo, donde eslabona el designio otra parca en cantar de juglares sin especie. La cortesana mansión de los abismos será reina en el cadalso de sentencia, sucederá olvido e infurción de trascendencia en plasmas ajustados a retazos adeudados. La eviterna procesión será constante, sobre un manantial de cielo y fuego, devanando la inutilidad del miedo, rotando exacta el estelar sistema en explicación de criterio fatuo.

Se continuará entre cruces y fantasmas la revelación inicua e incomprendida. Aprendizaje tardío del que fuimos cuando el alba sonreía su mañana. El cruento absurdo dejará de serlo, pues cada paso se ha obviado en nuestra huella. Fugaz relámpago que en un instante fuera el resplandor trivial proyectado en diluviado llanto, golpeando circunstancial ventana, abundada de ingrata somnolencia. Igual que el neuronal intermiso, mientras pliegan los ojos en cristalino silencio, la invariable sucesión del siempre y el deshecho inmortal del continuismo.