Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

Vivimos aferrados a la búsqueda de la quimera. Que todo nos llegue placidamente, sin esfuerzo, y si es posible, sin resarcimientos que conlleven a cuestionar valores y principios.

Esperamos que la gota mágica caiga reluciente en nuestras manos, sin importarnos el origen, pero sí el contenido. Pero esa gota, pocas veces sirve para colmar la aridez de nuestra alma.

Hacemos un castillito. Colocamos a la gota bien resguardada. Y de repente vemos que fue absorbida por la sed de la arena.

Entonces nos quedamos observando el cielo, rogando que vuelva a llover, pero el firmamento se niega, dado que los altos son inmutables y nuestros deseos solamente pena y angustia.

Y es cuando nos damos cuenta que las lágrimas vertidas son el producto de la gota que se fuera, tragada por un fantasma que no entiende de quimeras.