Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

Como todas las noches
venían ojeras trajinadas,
derramadas en rosas
trayendo a la niña.
Un manto piadoso
deshizo fantasmas
en frase aprendida
sumisa de asfalto,
de bares sinuosos
replegando vida.
Empujando risas
llenaba los vahos
con pétalos rojos,
embolsando trenzas
de cirineo almunia
que abriga mañanas.
En quietud de un todo
meciendo el letargo
su cuerpo renuncia
a los nueve años
subida a aquel sueño
que aloja entre sienes
y ante el paño verde
de un billar, declina
entre almohada y humo
la voz del amparo..