Te voy a batir la justa antes de abanicarme
entre adoquín y faroles, hasta la quinta del fiato,
donde grelas y escolaso acamalarán ese olvido,
finando el lengue abrancado, como calado sin ala.
Nunca he sido chacador, ni mandé en cana al otario,
me he bancado cualquier cope en el balurdo diqueo,
pispeando ese embatune que aquerencia la gilada,
amarrocando su aceite y el alarde en su parada.
La catrera me chamuya su recuento de percanta,
el gotán se hace marroco en el manduque del alma,
me matonean abriles, el miñando que me falta
para que el pingo acanale el disco de la llegada.
No me gustó la ranada y el versero de la pifia,
ni verdurita chantuna, ni apariencia de ventudo.
La posta no es el yeite, sólo el chitrulo se cata,
es la tramoya su enchastre para lofiar a gilberto.
Mas, cuando en voluta de un faso se piante gola
y milonga por la abocada madera, entre esmoquin
sobre el pucho, en alcancía de un siempre,
será último cotorro para elevar este empilche
donde el taura celestial vichará mi manyamiento.