Si aprendes a conjugar los mejores verbos
dejando el singular de primera persona,
para el final.
Si sabes incorporarte detrás del semejante
buscando lograr el objetivo de aquellos,
sin egoísmo.
Si consigues alcanzar la cúspide del ayer
e incorporarla sabiamente a ese mañana,
de nosotros.
Si intentas consolidar tu rol de humildad
para sentirte más pequeño que gregal de
inmanencia.
Si arriesgas soltarte y comprender la voz
que estalla infatuada de toda clemencia,
en aún soy.
Si pules la conciencia alentada al brindis
que confluye en la razón de cada haber,
en su manar.
Es probable que desmanteles los aciertos
que no son más que banales prejuicios,
de tu dueño.
Y entenderás la función, compresamente
abandonando el infando homotropismo
del sofisma.
Regresar al inmarcesible fuero de la vida
superará la discorde anoia. Anímate ser.