La lacra continúa su avance. Lentamente. Abarcándolo todo.
Los dueños de la degradación, orgullosos y opulentos, someten a párvulos ignorados y perdidos en casas abandonadas. Una caja de apolillado cartón, a manera de urna, canibaliza sueños y futuro. El autoritarismo y los amos de la confiscación saben que el riesgo solamente afecta a la estigmática existencia de las sombras, aparentando consolar toda fatídica miseria adquirida, diferiendo aún más los improrrogables plazos de la mínima cordura. El gran apostador esquiva su culpa girando el rambor de la muerte, con el fin de descentralizar el foco de la urgencia, mutilando nuevas e ignoradas voces; acelerando el camino inminente del luctuoso proceso.
La torcaza ha sido acallada por los cuervos del Emir, albacea y alcahuete del padrino que dicta las normas, creando accidentes capaces de extraer lo mejor de su sangre por pactos mafiosos. A diferencia de otras Samanthas, la torcaza conoció lo peor de la cossa nostra y lo padeció en sus miedos, en la extirpación de su herencia y en el último vuelo de alas cortadas. Y el padrinazgo promete una segunda para una tercera vuelta. Si así ocurriera, deberemos reconocer que todos nosotros hemos precipitado la libertad por la ventana, siendo cómplices de la inmoralidad represiva.
La represión se siente pacifista de su servidumbre y desarrollista de los que ha devastado.
El poderoso fabulador escoge el casillero humano y apuesta al número que manipulará el sorteo, arreglando los sistemas de su juego preferido: el delito organizado, la promesa incumplida y el fraude premeditado. Los escanios esnifan sueños blanquecinos, diseñando porcentajes y papeles siguiendo el mandato de estrategias exóticas, que acumulen recaudaciones suficientes para sostener la calidad de vida de los siervos de la infamia. Hasta las mediáticas imágenes de hijos asesinados, buscan, a través del enfático discurso progenitor, acordadar recompensas interviniendo en los mafiosos espacios de poder.
El vice turismo está en su apogeo, alternando fórmulas vergonzantes que garanticen pasajes de primera y pobreza de tercera.
Los que fingen retirarse, continuarán gobernando, mientras los postergados permanecen, más que nunca, retirados, incrementando nuevos índices estadísticos sin posibilidad de alcanzar algún resguardo.
Los de enfrente se han cruzado a la diversificada vereda de la ruindad, asegurando la alternancia de un progresismo con olor a conservadorismo rancio. Una mácula más que se agrega a la irracionalidad promiscua de nuevas y variadas ofertas que involucrarán prejuicios de mandantes, en donde invariablemente pesará la memoria de bolsillo.
Las encuestas están a la vista. Otra de las tantas pesadillas que manifiesta la realidad, debiéndola padecer con renuentes y renovados despojos.
Y la lacra y el oprobio aún se niegan ser tumba y grato olvido.