Tu lágrima segó su adiós austero
un silencio de gorrión extasió la tarde
y mi abrazo se abortó en soledad
pronunciando su amor a mares.
Tus huellas escondieron el camino
transitado por la sombra de las manos
atrapando el vaivén de esa reseda
aterida por el vientre desolado.
Tu cárdeno recuerdo incompartido
convirtió la crisálida luz en hojarasca
gusano en vendaval, voces en eco
diluido libamen de nostalgias.