Hueca y orco, condena y juicio,
sentencia ígnea anticipada
encallando en vívida lujuria
la espera redoblada del latido .
Sucumbe y renace en tu ramal
cada istmo vibrátil de mi cuerpo,
oquedad viscosa que se abestia
reptando el eco del gemido.
Funámbulo pubis, sudor y borde
que ejerce en malabar ansioso
los raptos suspensos del instinto,
dónde cunde la piel encadenada.
Trote y galope, razón de luna,
volviendo a la angustia, monte,
y sendero de sabor, el ruego,
cuando de clímax se anida el sino.