Dejando proyectos, facturas y matemáticos esquemas, que obcecan en un tener la magnitud de ser justo, convincente y causal del pragmatismo genérico, dueño del abolengo patriarcal de la especie, te miro, ausente de mi cuerpo.
Proyectado en luz sobre tus infinitos pies de holgadas sendas, recupero el saber de tu inmanencia, mujer de estrellas y mares abiertos, donde el tifón, el silencio y la mixtura me devuelven distinto, arremetiendo sobre el oleaje de tus tiempos, callado de presencia, imperceptible, para no romper tu don en movimiento. Es tan hermosa la diferencia que nos une como el futuro del mañana programado, siempre de nuestro lado. Tejiendo el alba con tu desnudez infracta entre mis manos, mientras la rueca nos devana en entereza, ajustando la corbata al nuevo puerto que espera ansioso el legado de tenerte. Distinta y firme, dispuesta y arrogante, manantial de sorpresa que derrumba con tu hechizo la rutina.