Tu presencia en frutos del nogal se mece, y a medida que la nívea espuma se encrespa en tulipanes verdes,
un coro de suspiros se mixtura con la esencia de la vida. Aguas de un vendaval que allana el presagio de lo
eterno, mientras tu silueta firme transpone los senderos de un recuerdo que emblematiza verdades, tenues
moradas de seres alados que juegan rayuela. Y en la alternancia que sostiene la dicha y el miedo, un fragor
de tambores incesantes prodiga cuerpos sin vida, rostros de espanto e ira, y un acercamiento de dioses con manos engarfiadas sosteniendo fusiles y almas demudadas.
El sueño de Kabul se ha despedido entre muros trasnochados, donde la congoja se inflama por gritos de venganza....................y los duendes yacen dormidos entre las piedras y el polvo de una mezquita que alberga
niños muertos de pánico y hambre, sin madre, sin sueños y sin tiempo.