La calle viste su andar de ortopedia futurista.
Cada traslado divide ondas espaciales en pos de un resurgimiento vacuo.
El celular sostiene una escayólica mano dirimiendo palabras de inocua intangibilidad.
El walkman invade oídos de sonoridad silente, diagramando el plano de visiones invisibles.
La computadora portátil descubre sujeciones de seres incompletos, permitiendo que el ecosistema propulse el diáfano deambular de cada ermitaño destino. Las frases son claxon de un paisaje sin especie observada, entre un tálamo de cemento aprisionado por las memorias de un compás irredimible.
En tanto, el aromo crece.
El gris contaminante augura profusos respiros de mañanas sin salida, para que nadie pueda observar la calámica ración de su propio tiempo.
Los panteones vivientes iluminan la noche, mientras rancias sombras sacuden ventanales de estallidos sucumbidos en pantallas de pasajera incultura, anexando propuestas de comentarios estólidos que se desvanecerán en otra alborada de insoportable rutina costumbrista. Y DVD dos verán en acallamiento las imágenes con diálogos foráneos, discurriendo en herrumbrados silencios soportables y metódicos, hasta que la cama invite a los cansancios mutados en un mundo onírico de plasma.
La virilidad del 0 kilómetro inunda mortandad, cuidado masturbatorio y expresión visible de privilegiadas chapas aerodinámicas entre indigentes pedestres, al tiempo que tareas comunitarias impiden crímenes advenedizos.
Los papeles esgrimirán órdenes que fecundarán el accionar de cada quién, prodigando la interpretación de otro tal cual, buscando denarios que flagelen la ilusión desmantelada de nuevas cruces. La irracional temporalidad hará fila en espera de un colectivo que lleve ese otro devenir ausente de utopías, devanando los vientos tempestivos de reparos sin propuesta.
En la perimida realidad deambularán las tentaciones de un estigma que soslaya la senda del final. Aunque la renunciación niegue trasegar aquellos recuerdos pertenecientes a una sinopsis sin reclamo y postergado de sanciones olvidadas.
Trato de insuflarle criterio a este cibernético artefacto, aunque por instantes, del otro lado una fotografía de nombre simulado me interroga la virtual revelación de los sofismas.
Y en el aromo juguetean las estrellas, rotando sucesiones celestiales sobre ramas de negro purgatorio.