El barrio de Boedo, el 6 de Agosto de 1906, vio nacer a Catulín, uno de los más consulares poetas de que tuvo nuestra música ciudadana. Desde muy niño, debe trasladarse con su familia a Valparaíso –Chile, dado que su progenitor, de ideas anarquistas busca escapar de la represión. Con apenas ocho años, el violín y el piano, más tarde, comienzan a ser parte integrante de su señera vocación. Ni bien adquirió la mayoría de edad, fue preseleccionado como boxeador para representar a la Argentina en las Olimpíadas de 1924. Cabe recordar que fue campeón de peso pluma argentino.
Sin embargo, no fue el deporte de los puños quien le iba otorgar la mayor trascendencia. A los 17 años le pone música a un excelente poema de su padre, José González Castillo –comediógrafo, dramaturgo y poeta, autor de muchos temas conocidos en el género del tango–, nos referimos a "Organito de la tarde".
Lo maravilloso de Cátulo fue su policromía y versatilidad, que lo separaba sutilmente de los destacados letristas, participando también como compositor.
Su concepción ideológica era parecida a la de su padre, pero más comprometida con la desigualdad social de la época. De allí nace la inspiración de su obra "Caminito del taller", grabada en 1925 por Carlos Gardel.
Su construcción poética, delicada y aferrada a recuerdos tradicionales de profunda observación, lo catapultan, a partir de 1951, a ser un autor de relevancia –recordemos por ese entonces las muertes de Enrique Santos Discépolo y Homero Manzi, como también la espaciada producción de Homero Expósito, José María Contursi y Enrique Cadícamo, quienes habían alcanzado su mayor repercusión en décadas anteriores. La inserción renovada de Astor Piazzolla, no hizo declinar su manifiesto. Por el contrario. Alcanzó niveles prodigiosos entre las orquestas y cantantes, logrando gran auge después de los 60.
Participó, además, en nuestra cinematografía con su texto: Esta es mi Argentina (1974; como autor: Perón, sinfonía del sentimiento (no estrenada comercialmente, 1999), Amalio Reyes, un hombre (1970), La calesita (1963) y El patio de la morocha (1951); como músico: Arrabalera (1950), Los muchachos se divierten (1940), Juan Moreira (1936) e Internado (1935); y con temas de su repertorio en: Últimas imágenes del naufragio (1989), La muerte flota en el río, (1956), Vivir un instante (1951), Buenos Aires a la vista (1950), Eclipse de sol (1942) y Ayúdame a vivir (1936).
Su obra
A Homero (Tango); Adiós te vas (Tango); Amor en remolino (Tango), Anoche (Tango), Aquí nomás (Tango), Arrabalera (Tango), Bandita de mi pueblo (Tango), Burbujas (Tango), Café de Los Angelitos (Tango), Caminito del taller (Tango), Camino del Tucumán (Tango), Caserón de tejas (Vals), Cimarrona (Vals), Color de barro (Tango); Cornetín (Tango), Delantal (Vals), Desencuentro (Tango), Diez años pasan (Tango), Dinero, dinero (Tango), Domani (Tango), Dónde irás ilusión (Tango), El patio de la Morocha (Tango), El trompo azul (Tango), El último café (Tango), El último cafiolo (Tango), El último farol (Tango), En el dos mil (Tango), Estampa federal (Vals), Fujiyama (Tango), Hace tiempo (Tango), Harina (Tango), Historia breve (Tango), La calesita (Tango), La cantina (Tango), La madrugada (Tango), La pared (Tango), La retrechera (Habanera), La última curda (Tango), L'Isolabella (Tango), Luna llena (Tango), Maleza (Tango), Malva (Tango), Mangangá (Tango), María (Tango), Mensaje (Tango), Milonga del mayoral (Milonga), Mulatada (Tango), No vuelvas María (Vals), Para qué te quiero tanto (Tango), Patio mío (Tango), Patrona (Milonga), Perdóname (Tango), Se muere de amor (Tango), Segundo patio (Tango), Sin ella (Tango), Sobre un mar de azoteas (Tango), Somos los dos (Tango), Tango oriental (Tango), Tenés servido el té! (Balada), Tinta roja (Tango), Tortura (Tango), Trampa (Tango), Triqui-Traca (Tango), Una canción (Tango), Una canción en la niebla (Milonga), Una vez (Tango), Ventanal (Tango), Volvió a llover (Tango), Vuelve la serenata (Vals), Y a mi qué? (Tango).
El 19 de Octubre de 1975, Buenos Aires perdió una parte de emblemáticas reseñas metafísicas, dónde el reloj carece de tiempo.