Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

Somos el mismo albañal perteneciente al vaso que envuelve la umbría visión de su gélido pasado, dispuestos a rescatar las espaldas que han marchado hacia el confín de no haber pertenecido.
Me aterece esa porción de imagen fugaz que delegó en mis entrañas su porción de vida, sujeta al manantial de otro suicidio acordado y complacido por lágrimas foráneas a sus sentidos. Una misión costumbrista empollando hastío y ese dolor de silencio que mueve la mesa de vacíos platos y sabores de mañana repetido.
Aquel cúmulo de rencores adueñó entrañas y el gris visceral sumergió promesas arenadas para no morir en un acuerdo de risas juglarescas, junto al estrago depuesto a su presente. Cerrando la mesa convidada, me dejé nacer de inciertas vísperas en palpitar abierto, como un manjar dispuesto a ser tragado por bocas ausentes de contumaz delirio, donde el beso aprieta su deseo fugaz de sacrifico.
Y la danza traduce en su bolero el tabladillo que bailan las penurias, sobre elocuente claque de fracaso, anunciando el telón de un nuevo día.
Mentirá tu mentira, acervo engaño, y mentirá tu engaño mi mentira, depositando su ración hambrienta al caudal de mi noche ungida por cadavéricas semblanzas que vestirán la noche y la resurrección del esplín que nos convida.