Si hubiera logrado concebir el ávido instante,
capsular sensación de besos pasionarios
paralizando tu piel sobre la mía, incorporada,
sujeta a la agonía destinada para siempre,
donde la arruga desopila el desvarío
sobre telones impávidos de inocente tersura,
estaría, jamás moribundo viviendo placeres.
Si hubiera quitado la báscula, vívido tiempo,
ajustando clavijas ebúrneas y candentes
en ese ígneo indiviso placer impoluto
rasurando condenas de futuro separante,
me horadaría en cuevas infinitas
procesando el clímax de la siega.
Si derramara plasmas postulares,
insigne grito sobre dolosas consignas
presumiendo el canto de la estirpe,
seguramente, contaría viscosamente,
olvidos de quienes fueran
un páramo de crepuscular abismo.