Contigo he intentado todo, menos el devenir compartido.
El amor, sabor de almíbar acallamiento y salinas sobre humores abdicados.
El amor sonoro abrazando ritmos areníferos, primitivos, sincronizando pelvianos frenesí en cerrazón vibrátil.
El amor entre alburas pieles revolcadas en crisálidas alas, naciente gélida acelerando labiales latidos sin espacio, sumergiendo abismos.
El amor olfativo sucumbiendo acritudes de esencia entremezclada, mixtura sudorífera por pétalos jazmines diseminados en calcinado tálamo.
El amor, Eros mirante, descubriendo el ideal formante del gruir, velo acariciando finitos celestes en salváticos volcarnos.
El mórbido amor, pensamiento convidante edificando posturas, aditamentos
de lúdicos secretos consagrados.
Todo lo he intentado, menos el recuerdo albergando ausencias, incólumes despojos y ese entresueño que posee delirios inexpugnables de un eufemismo adiós inmensurable.
Y en ábaco de días pregunto: "¿Cómo compartir tu sueño si no perteneces a la noche, ni siquiera al deseo de inventarme?"
Será mañana el fragor de las sombras sobre luciérnagas secretas.