Jura ante Dios al ser elegido para humillar a tu pueblo.
Asumiendo el libre albedrío que Dios te ha dado, aborta de tu vientre la vida de la vida que te ha privilegiado.
Pídele a Dios que te ayude a matar a tu semejante en la guerra.
Esgrime la causa divina que te ha asignado el poder de arrasar el mundo.
Agradece a Dios el pan que has despojado de la mesa hambrienta de tu hermano.
Lloriquea frente al muro que Dios le puso a tus lamento, mientras tus tanques aniquilan al que llora distinto.
Escucha y habla la palabra de Dios que te eleva prejuicioso en el templo del boato.
Sonríe porque Dios te ha colocado la mano en el hombro y puso otro cuerpo a la bala con tu nombre.
Disfruta de los placeres perversos y de tu falta de conciencia. Total Dios el domingo te confiesa y te perdona.
Deja que tu morbo se alimente con la cínica pantalla y reza por las noches a ese Dios que únicamente pertenece a tu ilusión agravada.