Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

Despertar lleno de sensaciones, producidas por el reciente sueño que no recordamos. Entonces, escarbamos los nubarrones mientras nos dirigimos tambaleantes en busca del lavatorio, pero la mente se convierte en la pantalla blanca de ese cine que ha concluido su función acostumbrada. Y el empecinamiento nos acompaña, aún sintiendo el frescor en nuestras manos de las aguas prontas a transitar los entrecerrados párpados, dónde el esfuerzo evocativo se ha rendido a la imagen del espejo. En esa refleja concreción austera, la realidad se convierte en vulgar remanente sin sosiego, y en un espacio llano que expresa su invisible lista de quehacer rutinario.

Y entonces nos vestimos de lunes, tratando de erradicar la invariable secuencia del plan contumaz, sumergiéndonos, una vez más, en aquel irrepetible sueño que se fuera y jamás memoraremos.

Luego, cuando tu mirada aparece detrás del pocillo de café, comprendo que la vida está más allá de la orfandad de su proyecto y más acá del amor que nunca cesa.