En un cofre de silencio se debate el sueño,
sobre la rama seca el alma desfallece
en razón voraz, mística de ausencia
y el sepia devana la sombra de su imagen.
Cuatro puñales sostienen el dolor cerrado
en un pié que vigila la enhiesta condena
y la observancia verde miente su presencia
presumiendo abismos de voces sin relieve.
El tiempo se arrebata acumulando ayeres
secuencia que confunde el son de madrugada
y el hálito acompasa su fatigosa danza
mientras el sol revienta mi atónita mirada.