Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

Con la intención de entretenerse, salieron de noche la Incertidumbre, el Egoísmo, la Verdad, el Miedo y la Ternura. Y mientras caminaban por las calles de la ciudad, se agruparon conforme a ciertas semejanzas que tenían que ver con sus maneras de ser.
El Egoísmo y el Miedo hablaban sobre la idea del absolutismo y de las culpas ajenas.
La Incertidumbre y la Ternura trataban de encontrar una respuesta a los problemas que acuciaban al mundo. Mientras que la Verdad, apartada del resto, analizaba ecuánimemente los hechos que en su entorno ocurrían, ubicándolos en el mejor nivel racional.
Inesperadamente, un niño andrajoso, de mirada triste, se acercó a ellos pidiendo una moneda, ofreciendo como argumento el hambre que lo aquejaba.
El Egoísmo, excusándose, dijo: - No dispongo de sencillo.
La Incertidumbre pensó: "¿…y si le doy y no es para mitigar su hambre?"
El Miedo, acongojado, meditó: "Por suerte no es un hijo mío".
La Verdad, lacónicamente, expresó: - Pan para hoy, hambre para mañana.
La Ternura, contemplando aquel rostro resignado y desvalido, abrió su pecho y entregándole el corazón le dijo al niño: - Come de él cuando tengas hambre.
Y abrazándolo, caminaron para siempre hacia el camino de la luz.