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Breves historias de vida - 05 de Enero de 2010

Sandro

Sandro
Así, como un velero que se aleja en alta mar, donde la tanatopraxia extraiga su inspiración sanguínea, mejorando la imagen exánime, se depositará en los corruptos pasos perdidos que albergan nuestros pasos encontrados. Resulta inédito que el trayecto de la decencia se entremezcle con la corrupción sistemática, donde los pobres sólo recuerdan en su dolor, la vigencia del eviterno canto.

Desde Valentín Alsina hacia el proscenio y la pantalla, tus viejos se adelantaron al celeste de la estirpe argentina, diagramando el llanto y el porvenir trascendente.

Nunca ingresó al alburero de la parodia vivífica. Su cognición llegó a constituir la privacidad que debiera la masculinidad sostener como apéndice de misterio dignatario.

El beleñoso abstracto que culminó en el suspiro sideral del tiempo lineal - 20.40 -, pudo sucederse en mito, ligado a la inmarcesible dimensión de una estirpe olvidada. Ligada al mensaje del grito entre damajuana de vino, a paso de Elvis y al arraigado dote del numen.

Elevó el espíritu de hasta siempre, junto a las cenizas de Mercedes en Mendoza.
América se sumergió a su interpretación destellante y humilde, mientras la razón prosaica desvanece anticulturas programáticas.

Fue un alma especial, signando amplitudes sin soberbia. Develando el camino de quienes deben aprender o quizá nunca, la sabia y discreta percepción de un pueblo que entiende sobre sinceras entregas, promulgando el sentir de las verdades.
Adolfo Vaccaro, escritor argentino | mensajes@adolfovaccaro.com.ar | 2002 - 2024 | Textos disponibles en el sitio: 594