La excusa, es vuelto y testigo de quien lamenta.
El oráculo invertido da testimonio al naciente,
dos seres en decisión hacen de cuerpo presente
el prolífero deseo que alienta un dejo escondido.
En blancor de manantial se obnubiló la retina
misturando tras el velo ese supuesto de entrega,
que viera frutos nacer en un presagio y espera.
Ambos leones custodios, vivos en mármol y selva,
acercaron el café la siembra de nuestra mesa
reposada sobre rastros de rubores y promesa.
Luego, el abrazo en convite sobre cortejo ventral,
sugiriendo pasional la aurora de su sendero
tornando susurro en brisa, reptando el ardor entero,
entre jazmín y pudor, la sabana de ese pecho.
Entonces, pude mirar a la niña conmovida
que saltando del pecado, levó adulta su juego
y atravesando aquel año que nos abrigó la vida,
pensé: Aún deberá volar en consulta realidad
Prontamente me alejé dejando libre silencio
entre letargo y mentira, cavilando sinrazones.
¿De cuánto se hace un instante? ¿Dónde ella renació?
viendo mi piel de hombre galopando su otra mujer,
domando placer sin brida, la misma casi de ayer,
todas aquellas guaridas abiertas sobre el querer.
Entonces, sí, comprendí que el rosa de su mejilla
y el susurro de la brisa se convirtieron en fin
como desnuda pantalla, viendo la boca partir.
Lo demás, ya nada cuenta. El surco hace de huella.
La razón obliga al tino y es el alma su entretela.
Es por eso, más que bruma; estambre de mi conciencia,
he contemplado el avance siempre sujeto a la senda.
Será abismo unificando diferencias y contiendas,
seguro que alguien te nombra con la palabra experiencia.