Sufrimiento cautivo que entre aromas se sostiene. Libertad encapullada que fueras sustraída por aquellos que malvendieron tu deidad de abismos y de siglos que acompañaron a tu trabajosa gestación, igual que las de tus preciadas hermanas esclavizadas.
Pero lo peor que les sucedió fue, que las manos de los que poco comprenden, perforaron vuestros corazones, para engalanar, en una vena sin sangre, el sentido onírico del embeleso.
Y todos sabemos que no pueden manifestarse los sueños si no existe corazón.
Sin embargo las oquedades que en el silencio impera, son el resabio de tu fría y nacarada presencia, en donde, a veces, el destello de las luces irreales te otorgan la posibilidad de ver en tus hermanas el espejo de la fatua vivencia sin complacientes expectativas. Solamente una cadena sin herencia son el testimonio de esa infertilidad que evita la secuencialidad de ansiados proyectos.
Una vida sin hábitat y sin descendencia no hace a la variable sistemática del universo y de la creación del Dios Omnisciente.
Solamente el breve cofre de tu realidad atempórica prodiga el secreto de una razón insustancial y un criterio mercenario, que despoja a tu ser de esa prodigalidad que se contiene en tu belleza.
Fundamento de un perdón que esgrimen mis palabras, que no le encuentra sentido al collar de perlas, que luce ufano el cuello de mi amada.