Hay algo que el silencio ama.
Una molécula perdida en el tiempo
dispuesta a trasponer los recuerdos.
Ese pasaje de esperanza
mueve el instinto, atrasa el reloj
y depone la lentitud de su plazo.
En algún lugar el misterio exige
la visión renovada del espejo
y ella se produce, ¡milagrosa!
Aunque la imagen siempre se repite
- mensajera de sueños idos -
en un mismo deseo de latente espera.