Cuando la intempesta noche
posesa de las sombras
se adueña del relampagueante sueño,
la secuencia de tu cuerpo
me devuelve movimientos
en la jadeante neurona a túnel abierto.
Mullidos eclipses en muslos ebúrneos
volviéndose gotas de gravedad gestante
dónde el lago artificial
alberga raudo tus gemidos
aprisionando en oquedad
nuestros placeres.
Mis brazos, sin pared ni lecho,
preparan el último refucilo,
pero la espera es tan vana
como razón en un recuerdo flébil.
Me desahogo en atávicas huellas
completando la senda del pasado
deponiendo su destino
sobre la llanura palpitante de tu pubis,
origen y testimonio de mi amparo
que eterniza el dogma onírico.
Amor de relámpagos y sombras,
ausencias y partidas,
sensaciones que entregan aromas
de momentos ya marchitos.