Historia de mi carreta que besara el pedregal,
del campo pal’ arrabal con tu pescante coqueta
mostrando mi fiel horqueta para extraer el yuyal.
Chirrido de grandes ruedas, sonido del chicotazo,
esperando que ese lazo de mis riendas poco nuevas
te indiquen para que puedas poner tus huellas de paso.
Abrazándola en tu asiento la besé por vez primera,
y hasta rocé sus polleras para cortarle el aliento
en una noche de viento, soltando mi tierna espera.
Lanza sujeta en el yugo, madero que vio nacer
mi sudor de atardecer, exprimiéndome en su jugo,
motivo con que me fugo en brillos de anochecer.
Carreta amiga, olvidada en los tientos del dolor,
compañera de mi amor que conquisté en la enramada
trayendo de madrugada a este humilde servidor.
Madera ya agusanada, partitura del silencio,
ha venido el viejo Asencio a llevarte pa’ Ensenada,
mas, no te vendo por nada, perdoname este disenso.