
Cuando el dolor no encuentra la palabra
y la caricia es sobra de la mano.
Cuando la vista se ausenta de lo amado
y el recuerdo busca sólo su presencia.
Cuando las alas del pincel han dejado
de cursar su razón bajo relieve
y el tramado plasmado de la tela
se vuelve eternidad e historia,
seguramente, nos dice que has partido,
en vislumbre de otro manifiesto.
Cuando la vida me dicte su sentencia
y el vidrio se adueñe de mis ojos.
Cuando el hálito invite a mis espasmos,
transcurrir la hora del que fuimos.
Cuando las sombras galopen la quietud
de este cuerpo frío en abandono
y el leño del hogar ya no caliente,
ni dé luz a la senda del encuentro,
entonces, sabré, amigo mío,
cómo será la bienvenida de tu abrazo.