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Poemas y visiones - 12 de Noviembre de 2005
La noche
El orondo manifiesto viste la noche.
Los lumínicos párpados de cemento, parecen alcanzar la oquedad silenciosa del plasma. Sin embargo, sus minúsculos ojos de ventanas miran hacia adentro, sin importarles dolor ni trascendencia. Solamente la excusa es tiempo, trasponiendo los límites de concepción inalterable que imprime la expresión del diseño, matizando antigüedad y referencia.
Adentro, la vida se ejerce. En razón se expresa su anhelo, dando criterio a cada fundamento, necesitando consignas perdurables e impostergables rutinas, de mayoría impracticables. Luego, la quietud envuelve la reiterada rotación de los abismos, sujeta al tránsito elipsoidal, su destino. Simpleza y fin de todo desvarío, que espera ingrato la yerma expresión de justicia infinita e inapelable.
El orondo manifiesto viste la noche. En nimia y obcecada ejecución vertiente.
Los lumínicos párpados de cemento, parecen alcanzar la oquedad silenciosa del plasma. Sin embargo, sus minúsculos ojos de ventanas miran hacia adentro, sin importarles dolor ni trascendencia. Solamente la excusa es tiempo, trasponiendo los límites de concepción inalterable que imprime la expresión del diseño, matizando antigüedad y referencia.
Adentro, la vida se ejerce. En razón se expresa su anhelo, dando criterio a cada fundamento, necesitando consignas perdurables e impostergables rutinas, de mayoría impracticables. Luego, la quietud envuelve la reiterada rotación de los abismos, sujeta al tránsito elipsoidal, su destino. Simpleza y fin de todo desvarío, que espera ingrato la yerma expresión de justicia infinita e inapelable.
El orondo manifiesto viste la noche. En nimia y obcecada ejecución vertiente.