Cuando el poder arremete simuladamente por medio de diatribas, manipulando la realidad de forma incongruente, atentando contra el bien común y a favor de sus patrones que aparenta castigar, estamos en presencia de un falaz seudo populista, dispuesto a victimarnos por su desmedida ambición y carencia de conciencia.
Es por eso, que una de las peores circunstancias por la que podemos atravesar en la vida es la apertura franca de nuestro interior, permitiendo ingresar a aquellas personas que nos demuestran ser gentiles, entregándonos un mensaje ambiguo que va desde la integración amorosa o discurso facílimo, hasta el incomprensible resentimiento, utilizando algún medio para explicar, obcecadamente, que la imperfección, inmoralidad u equivocación es propiedad ajena.
La mentira, hermana de la cobardía y de la perfidia, ha establecido en espacios generosos el caldo de cultivo de la conducta mafiosa.
El estólido vive ofertando su escaso criterio buscando competir con el despropósito, tratando de alcanzar notoriedad por medio de una retórica locuaz e inflexible, queriendo, de manera absurda, mejorar la genialidad de los traidores.
El infeliz se va a dormir tranquilo por haber dicho la última palabra en la discusión banal de la sinrazón.
Es el parásito de los creadores. El oportunista de los débiles. El corruptor del votante. Quien cree que con un columbre puede comprenderlo todo a modo de entelequia, sin haber respirado a Aristóteles.
Es costumbre del tardo disfrazarse de erudito queriendo alcanzar una relevancia que el mismo desconoce. Suele mimetizarse con la inteligencia de los pensadores diciendo, como propias, las ideas de los otros, aunque para ello deba recurrir a quien le escribe los discursos.
Al idiota lo subyuga la codicia, que suele disimular con un comportamiento coloquial, en donde el eclecticismo está fuera de su entendimiento.
Las seudo facultades del imbécil son la intolerancia, la demagogia, el escaso manejo de la justicia, el complejo de inferioridad y creerse dueño de la cultura y de la verdad. No comprende qué es el ser vernáculo, dado que el egocentrismo es su única identidad. Pero se autodeterminan patriotas, siendo el antídoto de la libertad, del sentido de soberanía y de la sabiduría, aunque viven ignorándolo. Se visten de racionales frente al dolor y son patéticos cuando disimulan sentimientos. Su posicionamiento estadístico invalida sensibilidad y criterio, siendo incapaces de percibir la desnutrición, la pobreza, la insalubridad y el reclamo justo de su semejante descartado del sistema, quien pretende la aplicación del artículo 14 y 14 bis de nuestra carta magna.
El retardo mental durante el ejercicio de la potestad del poder, otorga expropiación, venta de leyes, prebendas a secuaces, abultadas inversiones en campañas electorales – que jamás llegan a comprobarse -, discrecionalidad en la confección del presupuesto estatal y la presentación de falsas declaraciones juradas de bienes, que no condicen con sus ingresos por años trabajados en la función pública o privada, sin mencionar a aquellos testaferros de confianza que nunca podrán ser investigados.
Hace más de setenta años que la estupidez y la extirpación de la conciencia siguen instauradas en el Gobierno. Grandes catástrofes generacionales se han producido, a tal punto que Argentina es un Museo dónde se expone una gran variedad de rostros de incapaces, responsables de la pérdida de nuestra anterior grandeza, y dueños exclusivos de la base sustentante de su historia, mientras el pueblo agazapado recuenta su porción de dignidad y libertad, que continúa en manos miserables.
La dimensión de la estolidez crece en función geométrica, igual que la inflación en relación con los haberes percibidos, mientras el 50% de la población recibe raquíticos sueldos en negro, sustentando la fiesta empresarial, gubernamental, impositiva y financiera, representada por una nueva burguesía, declarada inmune al sentimiento de patria