Nueve disparos descuajaron la amplitud paternal de futuros trabajos dignos, en amor y familia.
Sólo un automóvil y las bruces de dos hijos escucharon la ejecución devenida de manos alquiladas y pequeñas, desesperanzadas y adictas a una sociedad sin justicia e instituciones perimidas. En el mientras tanto la famosa sábana promete cargos sin funciones y escaños vacíos con placas de bronce que nombren a los lacayos de la obediencia debida, hoy llamados candidatos testimoniales.
El despropósito de la sinrazón promueve una mayor violencia silenciosa, tratando de establecer la imputabilidad de los caídos del sistema que corresponden a la factoría cronología de catorce años, nutridos de drogas, miserias y carentes de futuros promisorios. Mientras, dieciocho niños mueren a diario por causas previsibles, asesinados por los promotores de la pobreza funcional que generan, a través de sus familias, el beneficio proselitista.
Asentamientos por votos. Miedo por sufragios. Discursos negando la relación entre epidemia y pobreza, imponiendo la inaplicación de una ley de emergencia para no espantar al turismo que piense albergarse en la hotelería de Calafate, cuyos precios oscilan entre 400 a 1.200 dólares por día y por persona.
La lluvia en escatológicas zonas promete nuevos infectados en progresión geométrica.
Llegará el momento que un pibe de 12 años saldrá por los barrios a matar para favorecer a quienes, desde las mafias instauradas en la política y servicios de seguridad, siguen alimentando el caldo de cultivo de la criminalidad y el delito en pos de sus espurios intereses. Y la imputabilidad volverá a bajarse.
Luego, en algún colegio primario, una banda organizada de chiquillos de 8 años incendiarán las precarias instalaciones, produciendo decenas de occisos, y nuevamente la discusión y el dolor alcanzará los distintos estamentos, hasta que alguien proponga la imputabilidad a los recién nacidos, pensando que pueden ser capaces de moverse demasiado, ocasionando un efecto dominó en las cunas de la nursery, provocando la caída y muerte de otros seres de su misma condición.
No sería de extrañar que frente a la anomia, la segregación, el autoritarismo, el saqueo nacional organizado a ultranza y la crisis internacional, se opte por hacer desaparecer de la faz de la tierra, y de manera más acelerada, a la indigencia y a la egestad, aunque de ello devenga la pérdida de alguna que otra elección. Aunque la trampa encontrará nuevos recursos superando tumbas.