Cuando el hedor viscoso
me devuelva en viento
y la libertad esboce
otras alas de cosechas,
mientras el deseo convierta
en gallos, su lamento
conjugando cruenta duda
aspirando madrugada.
Y en una maqueta artera
amodorrando concilio
al relámpago anide
la cerrazón de la almohada,
nuevos reparos vendrán
al abierto de mis ojos
en compendiado tañido
de crisálida mañana.
La plenitud renacida
albergará bajo sueño
dónde entrecorta razón
pesadillas y lamentos,
y aquel guiñol de Cleo
sujetándose en fanfarria
de movimiento callante
será ascesis propileo.
El verdor rumoroso
acribillará las mortajas
en un tendal cansancio
entre sienes perimidas,
resurrección supletoria,
cretinismo albergado
en vísceras de tenerte
por su cerrojo sin gloria.
Hastía oración volcar
en catacumba del fuimos
proyectando nostalgia
sobre corcel de sabana,
galopando nada mío,
con sentencia promulgada
como silencioso canto
que se hizo talaje y nafra.